Como su propio apellido indica, Ivana es dulce como el azúcar. Una ucraniana preciosa, una rubia de esas de las que si te cruzas con ella, no podrías hacer otra cosa que mirarla y abrir la boca, unos ojos para perderte en ellos y una simpatía que no parece propia de las mujeres del Este. Todo esto con poco tiempo en el porno, pero con medio mundo recorrido a sus espaldas.
Como su propio apellido indica, Ivana es dulce como el azúcar. Una ucraniana preciosa, una rubia de esas de las que si te cruzas con ella, no podrías hacer otra cosa que mirarla y abrir la boca, unos ojos para perderte en ellos y una simpatía que no parece propia de las mujeres del Este. Todo esto con poco tiempo en el porno, pero con medio mundo recorrido a sus espaldas.
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